Recostada sobre tí
montaña alta
estoy.
Oliendo tu verde madre
mojada por tus lágrimas
y
más separada que nunca
de lo que realmente soy.
Sin asidero alguno me recuesto en tí
con la fuerte esperanza
de encontrar
eso que nunca he perdido.
Pero que vas matando
día a día
en las sabanas
blancas de la cama de bronce
olorosa a violetas salvajes.
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